Antes, solía pensar que el que estaba enamorado era un fracasado, que vivía por y para su amado/a, y que todo iba a terminar mal, que esa persona saldría lastimada.
Antes, no me gustaba la palabra "amor".
Antes, odiaba el hecho de que una chica se pasara la vida dibujando corazoncitos en las hojas por el simple hecho de estar "enamorada".
Antes, me obligaba a pensar que el amor no era para mí, que era algo de gente totalmente adulta, y que los jóvenes como yo solemos confundir el amor con atracción.
Antes, me restringía la palabra "amor" para usarla sólo en sentido absolutamente abstracto y sólo para expresar ese sentimiento tan fuerte que siento con mi familia y mejores amigos.
Antes... no estaba enamorada.
Ahora, comprendo que no todo lo que pensaba era así, que el amor tiene sus locuras, sus idas y vueltas, su lado bueno y su lado malo.
No estoy del todo segura de lo que siento, pero estos celos extremistas deben significar algo. Simplemente, una sola palabra suya cambia abruptamente mi día y mi estado de ánimo, y cuando no sé nada de él, todo es gris, triste, monocromático, aburrido. Todo me cuesta comprenderlo, no tengo ganas de nada, me siento triste, siento que voy a caer en una depresión grosa. Tengo miedo, no me entiendo ya, no me reconozco, y me asusta. Gracias a sus innumerables amigas, conocidas y demás, pude ver que soy una mina extremista, demasiado celosa, lo cual ayuda a la mencionada depresión.
Mi noche del viernes no fué la mejor de todas. Lo cual no quiere decir que no haya sido buena, pero no fué la mejor. Empezó todo bien, bailabamos, él se alejó un poco para estar con los amigos, se le acercaban algunas chicas, y me sentí extremadamente triste, al punto de llorar. Yo no soy de esas personas emocionales, en realidad suelo guardarme todo para mí y cada tanto explotar, descargarme y listo. Desde que lo conozco esto cambió. Lloro de felicidad, lloro de tristeza, lloro por todo. En fin, luego todo bien. A eso de las 4, se pone a dormir en un silloncito, y yo sin lugar para recostarme al lado suyo (ya que su consideración por mí es poca :/, o su cansancio era enorme), pasé casi dos horas mirándolo y llorando hasta por el calentamiento global. Me lloré la vida. Yo no lloro, no estoy acostumbrada a llorar. Para mí, llorar es mostrarse débil, caer, quebrar, es impotencia. No me gusta y nunca me gustó. Así que en absoluto, no lloro. Y se me junta todo adentro mío. Y cuando suceden cosas así, es como una descarga, es inevitable, no puedo controlarme, no puedo parar. Yo lo miraba, lo observaba, y es como la mayéutica, daba a luz demasiadas verdades juntas, tuve miedo sobre mí y lo que me podría pasar si el me dejase de lado como lo hizo aquella noche por dormir, y no lo pude soportar. Fué demasiado. Horrorizante.
Necesitaba un lugar donde poner esto. Ya sé que nadie no mucha gente lee mi intento de blog, ni mucho menos cuando ve que lo que escribo es demasiado, pero eso es lo que busco. Y a vos, lector del otro lado de la pantalla, si lo leés hasta acá, si me bancaste todo este desahogo como lo hizo mi prima cuando me vió tan mal (y se asustó mucho, nunca me vió así), gracias, no esperaba que lo leyeras ni mucho menos que me comprendieras, pero el simple hecho de leerlo ya es algo. De nuevo, gracias.
*Y esto me da pié a retirarme e intentar estudiar, que en menos de 12 horas tengo que entregar un tremendo trabajo práctico que aún no empecé xD*
No hay comentarios:
Publicar un comentario